En este tan bello día, que luce muy soleado, por una calle pasea, calle arriba, calle abajo, muy ufana y satisfecha, una pareja del brazo.
El hombre muy bien vestido, con buen porte y aseado, de todos es conocido, y su nombre muy nombrado, pues D. Hipotecón se llama.
De su brazo su señora, muy oronda y saludable, con sombrero y rico traje. A ella también la conocen por casi todos los lares, y la respetan muy mucho, y le hacen reverencias los que la tienen al lado. Dña. Hipoteca la llaman, Doña Hipoteca del Piso, es su nombre de casada, que de soltera llamaban Hipoteca Regalada.
Empuja Dña. Hipoteca bonito carro de niño, con su capota y encajes. Dentro del carríto su hijo, gordito y muy colorado. Este niño tan bonito tiene un nombre muy sonado, y un apellido rotundo que de su padre ha heredado, Crédito Hipotecario se llama, este bebe mencionado.
Durante su grato paseo Dña. Hipoteca sagáz a D. Hipoteco pregunta el porqué de tanto piso, casas , locales bajos, que en sus fachadas lucen grandes carteles pegados de venta o de traspaso.
D. Hipotecón, muy serio, a su esposa ha contestado, que una Señora muy mala, que Doña Crisis se llama, arrampla con los dineros de todo el orbe cristiano. Se abandonan los trabajos, los negocios ,las haciendas y tiesos como las mómias todos se van quedando. El diablo D. Moroso en todos lados ataca, y Doña Banca se aflige por esta funesta lacra.
En una esquina embozado un hombre observa al trio. Gran sombrero, larga capa, y una mirada ladina, y una intención muy mala. Al matrimonio y su hijo este bandido amenaza. Los vigila,los persigue desde el despuntar del alba. D. Dación en Pago se llama, la muy temida alimaña.
Una banda numerosa a este bandido acompaña. Son parados y paradas, que por cinco millones andan, inmigrantes sin trabajo, y otras gentes sin entrañas. Como en esta ahora maldita, toda la leche se agria, los que la tiene muy mala, a los que protestan les llaman desgraciados " Perros Flautas ".
Los que mandan en el Reino a la crisis la persiguen, para ver si la apaciguan y con engaños la calman. Han llamado a Mio Cid, D. Rodrigo el de Vivar, para que con sus huestes salga a luchar contra la crisis con fuerza y con muchas armas.
D. Rodrigo ha contestado que lo dejen en paz y en calma. Que ya no quiere más guerras, ni tampoco más batallas, que él anda muy preocupado con los de Nueva Rumasa. Que los pagarés que tiene ya no valen para nada.
También llorosos están, los grandes hombres que mandan, porque un Duque del Reino, por los Tribunales anda. Se le piden unas cuentas que no las dejo muy claras.
Para colmar estos males los que en Europa mandan, con el Reino de Marruecos muy malos tratados pactan. Se quejan nuestros labriegos de desleal competencia, y los europeos ladinos a mendigar que los mandan. Los que a la mar se embarcan, en busca de su sustento, amarradas a los muelles tienen sus muchas barcas. El Tratado con Marruecos también al paro los manda.
¡Si estuvieran los Tercios de nuestra querida Patria ¡. Ellos defenderían nuestros derechos con saña, y todos los europeos respetarían a España.
Pero los Tercios marcharon a una guerra muy lejana, que muchas monedas gasta. Luchan en Afganistán contra el fiero Talibán.
Mientras tanto los griegos en gran ruina se andan. Con protestas enconadas la población clama. Y sus altos dirigentes afrontan la situación, con muy grandes decisiones de hoy para mañana.
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Y así, mis buenos paisanos, comienza la triste historia de la crisis que pasamos.
Siendo la historia muy larga, de pesares y de llantos, para otro día yo os cito, para así iros contando, como prosigue el Romance de esta memoria de espantos.
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